16 de septiembre: Día Nacional de la Juventud

Espacio de Revisión Discursiva

#16 Área de Orientación Pericial

“No fue por el boleto, querían cambiar el mundo”. (CPM)


La Ley 27.002 dispone en el artículo 1: “Institúyese el 16 de septiembre de cada año como Día Nacional de la Juventud en conmemoración de la denominada Noche de los Lápices”, . Luego, en su artículo 2°, la normativa indica que: “El Ministerio de Educación de la Nación, en el marco del Consejo Federal de Educación, promoverá la incorporación de la fecha mencionada… en el calendario escolar e implementará actividades tendientes a difundir entre los alumnos el conocimiento y significado de la conmemoración”.

Breve relato histórico

En el año 1975, en la Ciudad de La Plata, un grupo de estudiantes de secundaria, de entre 15 y 18 años, se organizaron y realizaron una manifestación para solicitar al gobierno una reducción del boleto estudiantil. En base a la protesta los estudiantes obtuvieron el derecho al boleto estudiantil, pero un año más tarde se produjo el comienzo de una dictadura militar la cual eliminó dicho derecho y en consecuencia el 16 de septiembre de 1976 los estudiantes involucrados en la protesta comenzaron a ser capturados, desaparecidos y asesinados. La importancia de recordar la denominada noche de los lápices.

“Prevenir es curar y luchar es remedio” (Attaque 77).

Las enseñanzas que nos dejaron esta época trágica en nuestro país es comprender la importancia del derecho a una educación que sea justa, de calidad y a la que todos y todas tengan acceso. Los estudiantes que reclamaban el boleto estudiantil se enfrentaron a la represión y la violencia para defender un derecho fundamental reivindicando la importancia de las luchas colectivas ante las injusticias. ¿Qué peligrosidad podía adjudicarse a adolescentes que realizaban reclamos escolares?

Las memorias del pasado en las luchas del presente

En relación al 16 de septiembre, día de los Derechos de las/los Estudiantes Secundarios, se conmemora la Noche de los Lápices y a partir de esto nos preguntamos: ¿Qué convoca a estudiantes a organizarse? ¿Cómo propiciamos el intercambio para poder hacer lugar a los reclamos de las nuevas generaciones?

Modos de narrar el pasado reciente

La vigencia del relato, entonces, remite a nuevas preguntas asociadas a estos espacios de sociabilidad donde el pasado reciente forma parte de su configuración. En definitiva, se trata de pensar de qué manera la dictadura, a través de sus relatos, se actualiza en el presente y se imbrica en los modos de ver y clasificar el mundo social.

La escuela, los docentes y los estudiantes secundarios, por ejemplo, han constituido redes de transmisión y significación de la experiencia pasada intergeneracional, que son escasamente estudiadas. Tampoco hay investigaciones que indaguen cómo y qué intercambios lingüísticos se producen sobre el pasado en el seno de las familias, más allá del núcleo de las que fueron atravesadas en forma directa por la represión (Oberti, 2006).

Recordar para aprender; aprender para no repetir

«Ahora los jóvenes pueden militar sin miedo, pueden disfrutar de la democracia y de la política. Nosotros éramos jóvenes alegres… La idea no es transmitir miedo, sino transmitir la memoria y siempre estar atentos a las condiciones estructurales» (Moler Emilce)

Pablo Díaz de 18 años y Emilce Moler de 16 años, fueron dos de los diez estudiantes secuestrados por los grupos de tareas del Circuito Camps entre el 16 y 21 de septiembre de 1976. Sus testimonios permitieron conocer los operativos más atroces cometidos por el plan sistemático de desaparición de personas implementado por la dictadura.

Las memorias de Pablo Díaz

Durante el juicio a las juntas Pablo relata: “El 21 de septiembre a las cuatro de la mañana se detienen cuatro vehículos frente a mi casa… Tocan timbre, mi hermano se asoma por la ventana de arriba, le apuntan, le dicen que abra… me agarran a mí, me tiran contra el piso boca abajo, me atan atrás con una venda”. Una vez secuestrado escucha que lo iban a pasar por la máquina: “Yo creía que era la máquina que veíamos en las películas, esas que se movían cuando uno decía una mentira… Me decían que abriera la mano cuando tuviese un nombre, pero el dolor era insoportable, abría la mano a cada instante, pedí que me mataran”.

El simulacro de fusilamiento: “Me sacaron, me pusieron junto a un muro… me dijeron: ‘los vamos a fusilar, a donde van a ir van a estar mejor… Yo no sé por qué reaccioné así, pero me quedé mudo, llorando. Tiraron, se escucharon descargas. Yo creí… estaba esperando que me saliera por algún lado sangre, estoy muerto, no estoy muerto… es un segundo, pero es eterno ese segundo”.

Las memorias de Emilce Moler

Emilce relata que la noche del secuestro la despertaron los golpes brutales en la puerta y una voz desconocida que gritaba “Ejército Argentino”: ‘’Que en ese momento hubo toda una situación, porque me vieron a mí tan chiquita, en pijama, tan pequeñita que era, uno de ellos dijo: ‘Esta es muy chiquita’ y casi se llevan a mi hermana… Apenas me vestí, me vendaron y me subieron a un auto.’’

Sobre los hechos en el lugar del secuestro recuerda: “Cuando llegamos al lugar, nos desnudaron y nos empezaron a hacer preguntas. El que me interrogaba era una persona grandota, no le respondí lo que me preguntó y me pegó mucho. Esto demuestra lo que representábamos más allá de las edades, de los cuerpos: éramos el enemigo.’’

Traslado y posterior liberación: ‘’El 23 de septiembre nos llevaron al ‘Pozo de Quilmes’ y después a otro centro clandestino en Valentín Alsina.. ambos de la Bonaerense comandada por Ramón Camps y su mano derecha Miguel Osvaldo Etchecolatz… En diciembre nos comunicaron que estábamos a disposición del Poder Ejecutivo. Me llevaron a la cárcel de Devoto en enero de 1978.’’

“La memoria estalla hasta vencer
A los pueblos que la aplastan
Y no la dejan ser
Libre como el viento”.
(León Gieco, “La memoria”)